La
integración entre las nuevas herramientas tecnológicas y los procesos
educativos es un objetivo que puede perseguirse en diferentes niveles. En un
primer nivel, el docente puede involucrarse personalmente con las nuevas
tecnologías para continuar su desarrollo profesional o para procurar ideas,
recursos y materiales que enriquezcan su práctica. El estudiante, a su vez,
puede acceder individualmente a múltiples fuentes de información con el fin de
cumplir con las demandas de su formación.
Juntos
pueden alcanzar un segundo nivel de integración colectiva, en el aula, si el
docente utiliza sus recursos tecnológicos que conoce y los adapta al dictado de
los contenidos de la currícula, al mismo tiempo que demanda de los alumnos el
uso de diversas herramientas informáticas para potenciar su aprendizaje.
En un
tercer nivel, el institucional, la integración por lo general comprende otros
objetivos más allá de los curriculares; por ejemplo, responder a las demandas
de una gestión académica y administrativa informatizada, difundir por Internet
las actividades y propuestas de la institución para la comunidad educativa, o
establecer una comunicación efectiva con padres y alumnos, con otras
instituciones o con los organismos oficiales del área.
Es
impensado que la escuela tenga un proyecto de incorporación de tecnologías que
ignore los proyectos de segundo y tercer nivel, y que el proyecto de aula o de
área contradiga los modelos o los fines propuestos por el proyecto
institucional. Los tres niveles de apropiación tecnológica deberían coexistir
armónicamente, brindándose apoyo mutuo y compartiendo experiencias en forma
sistemática, a fin de garantizar una continua profundización del proceso de
integrar tecnología y educación. Esto sólo puede lograrse si forman parte de un
proyecto más amplio y general.
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+Katherine